La selenita es una piedra que siempre me ha recordado a la luz de la luna cuando toca el mar en calma. Su energía es pura, serena, casi maternal. La utilizo para limpiar y armonizar mis espacios, mis herramientas y mi propia energía cuando siento que algo se ha nublado dentro de mí.
Este corazón de selenita no es solo un objeto bonito: es un pequeño faro lunar. Cuando lo sostienes entre las manos, puedes sentir cómo despeja la mente, disuelve la tensión y deja espacio para la claridad y la calma.
La selenita ayuda a:
– Disolver la energía densa en personas, lugares o cristales.
– Calmar los pensamientos, sobre todo en días de inquietud.
– Fortalecer la conexión espiritual y la intuición durante la meditación o el descanso.
A diferencia de otras piedras, la selenita se limpia sola. Aun así, suelo dejarla bajo la luna llena, no porque lo necesite, sino como un gesto simbólico de gratitud hacia su luz.
Su nombre honra a Selene, la diosa de la Luna, quien guiaba a los viajeros en la noche. Me gusta pensar que cada pieza de selenita conserva algo de ese poder: iluminar los caminos, proteger los hogares y recordarnos que incluso en la oscuridad hay belleza y dirección.
Puedes colocar el corazón de selenita cerca de la puerta, en tu altar o en tu mesilla de noche. Donde haya energía que cuidar, la selenita la transforma con suavidad.
No la mojes: el agua puede dañarla. Prefiere el aire, la luna y el silencio.
Natural
Sin plásticos
Hecho a mano
